Vía Crucis en alabastro moldeado - 13 - 10 cm - Monastère de Bethléem

El Vía Crucis, también conocido como “Camino de la Cruz”, es una de las devociones más profundas y extendidas del cristianismo, que conmemora los pasos de Jesucristo camino del Calvario. A través de catorce estaciones —desde la condena hasta la sepultura—, los fieles acompañan espiritualmente al Señor en su pasión y muerte redentora. Es una oración de contemplación, penitencia y amor, que invita a meditar sobre el sacrificio de Cristo por la salvación del mundo.

Su origen se remonta a los primeros peregrinos que recorrían los lugares santos de Jerusalén. Con el tiempo, esta práctica se extendió a los templos de todo el mundo gracias a la labor de los franciscanos, quienes establecieron las estaciones del Vía Crucis en los siglos XIV y XV. Desde entonces, ha formado parte esencial de la vida espiritual de las parroquias, conventos y comunidades cristianas, especialmente durante la Cuaresma y el Viernes Santo.

En El Ángel Arte Sacro ofrecemos una amplia colección de conjuntos de Vía Crucis realizados con distintos materiales, estilos y tamaños, destinados tanto a templos como a oratorios o viviendas particulares. Cada estación representa un momento clave de la Pasión de Cristo, elaborada con gran detalle artístico y profundo sentido espiritual.

Los modelos más tradicionales se realizan en madera tallada, resina policromada, cerámica, metal repujado o relieve en escayola, presentando en cada escena un equilibrio entre expresividad y respeto litúrgico. También ofrecemos versiones modernas con diseño minimalista o contemporáneo, pensadas para templos actuales, capillas privadas o espacios de oración.

Las estaciones suelen disponerse en conjuntos de 14 o 15 piezas (esta última correspondiente a la Resurrección, añadida en algunas versiones actuales). Cada placa o relieve puede llevar numeración romana, cartelas grabadas o marcos ornamentales que armonizan con el estilo arquitectónico del lugar.

Las medidas varían según el modelo, desde pequeños formatos de 10 × 8 cm para uso doméstico hasta grandes composiciones de más de 40 cm por estación para templos o parroquias. Los acabados pueden elegirse en tono madera, policromado, dorado o envejecido, según la estética del entorno.

Además de su valor artístico, el Vía Crucis es una herramienta espiritual que ayuda al creyente a unirse al sufrimiento de Cristo, renovar la fe y fortalecer el espíritu en la oración. Contemplar cada estación es caminar junto al Señor en su entrega, reconociendo en su cruz el amor infinito de Dios hacia la humanidad.

En El Ángel Arte Sacro cuidamos cada detalle para ofrecer Vía Crucis de gran calidad y profundidad simbólica, elaborados por talleres especializados en arte sacro. Cada conjunto es una invitación a la meditación, al silencio y a la contemplación del misterio de la Pasión, recordando que, en cada estación, la cruz es también promesa de vida y resurrección.

Monastère de Bethléem.

Silencio, contemplación y belleza al servicio de la fe.

El Monastère de Bethléem, de l’Assomption de la Vierge et de Saint Bruno (Monasterio de Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno) es una comunidad monástica católica de vida contemplativa, fundada en Francia en 1950 tras el Año Santo proclamado por Pío XII. Su vocación une la espiritualidad cartujana con una profunda dedicación al arte sacro, expresado a través de la creación de iconos, esculturas y objetos religiosos de inconfundible serenidad y pureza.

Las monjas y monjes del Monasterio elaboran sus piezas en un clima de silencio, oración y recogimiento, convirtiendo cada obra en un acto de alabanza a Dios. Su estilo, reconocido en todo el mundo, se caracteriza por la simplicidad de las formas, la sobriedad de los rostros y el equilibrio entre lo humano y lo divino, evocando la tradición bizantina y el arte cristiano primitivo.

Entre sus creaciones más conocidas destacan las imágenes de la Virgen con el Niño, Cristos, ángeles, santos e iconos esmaltados o en resina marmórea, trabajados con delicadeza manual y acabados mates que transmiten paz y espiritualidad. Cada pieza está pensada no solo como objeto devocional, sino como instrumento de contemplación.

El taller del Monasterio produce también cruces, rosarios e imágenes de pequeño formato, concebidos con el mismo espíritu de oración que inspira toda su obra. Su lema implícito podría resumirse en una sola idea: “Belleza que conduce al silencio y silencio que conduce a Dios.”

En El Ángel, las piezas del Monastère de Bethléem representan la unión perfecta entre arte, oración y pureza espiritual, siendo muy apreciadas por quienes buscan objetos de devoción sobrios, profundos y llenos de paz interior. Son obras que no solo se contemplan: se rezan.